17 junio 2009

Crónica de un niño que descubrió la felicidad.

Estábamos recién tomando el auto con destino a Dantzig cuando las tropas nazis, en un costado de la calle, apuntaban con sus fusiles a una familia completa. Quizás sean como nosotros, unos judíos escapando de los nazis, éstos quieren eliminarnos de cualquier forma y de las formas más brutales que se imaginen. Nosotros y mi familia, escapando de aquel destino funesto, de aquellos campos de concentración que acumulaban y acumulaban cuerpos castigados por los más diferentes castigos. Les digo esto porque mi padre murió de una manera brutal, malditos nazis que nos quieren eliminar como sea ¿Y nosotros que le hicimos a ellos? ¿Por qué nos tratan de eliminar de una manera rápida y dolorosa? Cuando era niño no me lo explicaba, pero ahora sé que ellos tienen una ideología sucia. Pero gracias a Dios logré escapar de aquella realidad.

     Cuando era niño, lo recuerdo muy bien, llegamos al puerto de Dantzig en el auto con mi mamá y mi hermana. Ella era menor que yo en unos 5 años. En ese tiempo yo tenía 9 años, por lo tanto mi hermana tenía 4. Llegamos al puerto y un crucero inglés nos estaba esperando a todos nosotros. Eramos muchos quienes escapamos de los nazis. Entre toda la gente que vi, me llamó la atención una niña, posiblemente de la misma edad que yo. Ella estaba arrastrando una bolsa negra junto a su familia, no me quise imaginar que había dentro de esa bolsa, si mis suposiciones eran ciertas, los nazis ya han llegado demasiado lejos. Muchos de nosotros tratábamos de subir al crucero lo más pronto posible, antes de que los nazis llegarán en estampida para impedir que el crucero zarpara. Afortunadamente eso no ocurrió y el crucero iba rumbo a Inglaterra, donde teníamos parientes que vivian ahí. Éstos eran unos tios míos que vivían cerca de Leiston, un pueblo conocido por tener colegios muy prestigiosos, lo cual a mí me daba lo mismo. 

     Estábamos con mi mamá en el crucero cuando de repente la niña que me llamó la atención se puso a llorar a mares, ya me lo imaginaba. La persona que estaba en esa bolsa negra era su padre, es decir, su cadáver. Decía "Ay padre mío, te juro que me portaré bien, pero vuelve por favor". Me dieron unas ganas terribles de llorar junto a ella, ya que yo también perdí a mi padre, los nazis me lo arrebataron de mis manos. Entonces me salí del lado de mi mamá y fuí a acercarme a aquella niña.

-¿Qué te pasó?- le dije.

-Mi papá está muerto ¿No ves?

-Si, que pena.

    Algo nació dentro de mí, pero lo reprimía porque cuando niño era de esos que no lloraba. Me acuerdo que mi papá siempre me inculcó de que los hombres no lloran. Entonces decidí no acercarme a ella.

   Después de 5 días de haber ocurrido eso llegamos a Inglaterra, aún tenía miedo de todo, a pesar de que ya no estábamos en la Alemania nazi. Llegamos a una parte que se llamaba Suffolk, en el sureste de Inglaterra, llegamos a las inmediaciones del pueblo de Leiston donde estaban mis tíos. Mi mamá los saludó, fue un reencuentro maravilloso:

-¡¡Ashira!! Que alegría verte, pensabamos que nunca te volveriamos a ver.

-Yo también pensé lo mismo, yo creo que saben lo que ha ocurrido.

-¿Nooo? No es verdad.

-Así es, Raziel fue muerto en el Holocausto nazi. Pensé que ya sabían.

-Esto es terrible. Ohhhh menos mal que los niños se salvaron.

-Tirosh y Dorit, aquí están, ellos no sabían a qué se enfrentaban.

-Ya veo, Ashira no te gustaría pasar a mi hogar.

-Ohhh vaya, si... si... claro.

     Entramos a la casa de mi tía Kadisha y mi tío Yaacov, Dorit estaba por ahí jugando. Mientras que yo estaba llorando a solas en el patio. Veía de cerca la ciudad de Leiston con sus escuelas y sus campos. Entré a la casa y me acosté.

    Al otro día, mi mamá me despertó temprano para ir a matricularme en una nueva escuela. Como odiaba el colegio. En el que estuve en Alemania era desagradable, tenía compañeros que no me gustaban y maestros que me pasan golpeando. Mis ex-compañeros se burlaban de mí por ser judío, aunque igual habían judíos en mi clase. No me gustaba ir a clases porque siempre los profesores me golpeaban y no me dejaban ser. Esa es la educación de los nazis, racista, privativa y autoritaria.

    Llegamos con mi mamá a esa escuela en la ciudad de Leiston, como soy judío no entendí mucho el nombre de la escuela. Se llamaba Summerhill. Entonces al entrar a la escuela con mi mamá nos recibió un hombre canoso con lentes, con frente amplia, con el cuerpo delgado. 

-¿Cómo está estimada? ¿Su hijo se viene a matricular?

-Sí, así es Señor...

-Neill.

-Ahhh señor Neill.

-Yo soy el director de la escuela, más que escuela, ésta será una segunda casa para su hijo ¿Cómo se llama usted y el chiquillo?

-Yo soy Ashira y el niño se llama Tirosh.

-Ahhh que interesante ¿Y de dónde son?

-De Alemania, con decirle eso ya creo que sabe todo.

-Uhhhh que terrible ¿Y cómo lo pasaron?

-Mal, los nazis se llevaron a mi marido y le quitaron lo más preciado.

-Le deseo mi más sentido pésame.

-Gracias señor Neill.

-Y el chiquillo-dirigiéndose a mí- ¿Qué te gusta hacer?

    No sabía cómo responder, aquel señor tenía algo extraño en su forma de ser, pero le terminé contestando.

-Leer y jugar a los soldados.

-¿Y que lees?

-Novelas de guerra, de terror, suspenso, etc.

-(acercándose a mí) ¿Y a que más te gusta jugar?

-Mmmm es que donde vivía no existían lugares  para jugar al aire libre, habían muchos soldados y quería ser como ellos.

-Bueno, tendremos mucho tiempo ahora que estarás en esta escuela.

-Sí.

    Mi mamá me matriculó, pero lo que más me sorprendió fue que no la veré más, ya que esta escuela es un internado, pero siempre he estado sólo, viviendo en ambientes hostiles. Ahora, ese director no me pareció tan duro. Recuerdo que el director de la escuela de Alemania era un férreo defensor del nazismo y en especial de Hitler. Pero ese tal Neill era un buen tipo.

   Al pasar el tiempo pasé momentos inolvidables, mis compañeros eran muy buenos conmigo, los profesores siempre estaban ahí cuando los necesitaba ¡¡Y NO ME GOLPEABAN!! Además yo podía elegir si entrar a clases o no entrar. Descubrí que el juego en un ambiente ameno era lo mejor del mundo. Lo que más me gustaba eran esas asambleas que por pocas veces en mi vida me sentía importante. Era prácticamente libre y feliz. El señor Neill siempre me ayudaba en todo y era muy afectuoso conmigo, específicamente, era así con todos mis compañeros del internado. Y lo mejor es que me encontré con aquella niña del barco, ella sentía lo mismo, como que todo el pasado oscuro que tuvimos se había disipado. Ella me terminó gustando y fue en ese internado, ya a los 14 años, que me dí el primer beso con ella.

   Y ahora que estoy viejo y estoy próximo a mi ocaso, quiero decirles a todos, yo, Tirosh, un consejo: "Sean felices en sus vidas, sean libres, vivan la vida. Vivan cada momento como si fuera el último "Carpe Diem". Cuando sean hombres formados por la libertad, la felicidad, la democracia, serán hombres de bien. Nosotros somos buenos por naturaleza y como tal debemos ser conscientes de nuestros actos. Somos seres en esencia amor, todo lo hacemos por amor. Así como el señor Neill enseñaba con amor, ustedes actúen por amor. Todas las acciones que efectúa el ser humano son debido al amor. Por ejemplo, el simple hecho de estudiar se debe al amor no sólo por el conocimiento, sino amor por una sociedad mejor y más justa, amor al hombre como especie. El hombre actúa como amor. Cuando el hombre sea capaz de concientizarse de su naturaleza hacia los demás, ahí recién podrá hacerle un bien a la sociedad. Y la realización de tal bien conduce a la felicidad absoluta del hombre.

Mini-Novela creada por Gabriel González Segura

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