16 junio 2009

Entrevista a Paulo Freire

- Hari: señor freire, le pido disculpas por mi gran palabrería y es que no me contengo con el placer que es tenerlo enfrente

- Freire: no te preocupes, es bello ver el entusiasmo que genera mi trabajo en este mundo tan distinto al que viví yo.

- Hari: que bien que lo mencione, pues de eso mismo quería preguntar, de su vida.

- Freire: entonces dime, te escucho.

- Hari: para empezar hablemos de su niñez, de su vida familiar.

- Freire: bueno, nací en una familia pobre, en medio del caos de la primera guerra mundial. Cuando pequeño era algo lúgubre toda la situación social, el hambre y la miseria se veían por todas las calles de Brasil, y en la escuela eso era normal. Mis Padres eran gente trabajadora, con su esfuerzo pagaron mi alimento y estudio, nada es fácil realmente en la vida. No fui de muchos amigos, más bien era muy retraído y eso no cambio en mi juventud, me mantuve inseguro y eso de a poco te va amargando.

- Hari: bien, por lo que entiendo de sus palabras, fue una persona malhumorada, insegura, apática ¿cambio eso con el tiempo?

- Freire: (ríe) realmente que si fui un joven inseguro, aunque creo que todos lo son realmente, solo que lo enfrentan de distinto modo. Cuando joven viví considerándome débil, ajeno al mundo, pues estaba bajo muchas presiones. La escuela nunca es fácil para alguien. El interactuar con gente extraña, muchas veces fea, rara, de caras chistosas y voces chillonas, con el profesor serio que habla realmente sin conocer lo que tiene enfrente. Las represiones de entonces se vivían en todos los niveles, la sociedad realmente esta corrupta por este gran abismo existente entre unos y otros, en parte alimentado por el odio devastador que habitaba en la política de esos años. Otra cosa importante era que no pertenecer a uno de los bandos, proletario o burgués, significaba arrojarse a ese tremendo abismo entremedio, y tan oscuro que era que si alguien se arrojaba por voluntad propia, con la intención de manifestar un acuerdo, simplemente nadie lo escuchaba.

- Hari: Bella metáfora.

- Freire: ni tan bella, pues creada a partir de lo injusto, mejor seria no hablar en esos términos, que ni siquiera existiera tal modo de expresarse.

- Hari: claro es que no es así, pues los hechos dicen otra cosa. El odio, como dice, existió y se mantuvo por varias décadas más. Y usted, como niño ¿Cómo enfrento o como se manifestó en usted ese odio?

- Freire: continúo entonces. En ese clima se vivía la primera interacción social que tiene un pequeño. No era fácil entonces y tal vez tampoco ahora, entender aquellas situaciones. Menos aun tener una idea o preferencia, siquiera una opinión sobre el tema. Solo se asumía y absorbía de una forma u otra dicho odio. Bueno, en mi caso hizo de mí un chico malhumorado, enojado con la vida y todo lo que me ocurría era nefasto. El colegio una peste represiva, opaca, pobre. Ningún compañero lo enfrentaba del mismo modo, haciendo aun más grandes las distancias, además sus comportamientos no hacían más fácil el sobrellevar el pesar. Los típicos abusos de los mas fuertes, que siempre son los menos si es que no uno solo, el profesor indiferente, los padres saturados por el trabajo y los niños sino trabajando también. Todo eso hay que soportar y a nadie parecía importarle. Pues ¿Qué mas sino angustiarse de algún modo? Sumando además los problemas de una pubertad Ad Portas.

- Hari: ¿y que fue lo que lo llevo a continuar? Perfectamente pudo dejarse llevar por la corriente y asumir un rol tipo social predeterminado ¿hubo ocasiones en los que se le hizo mas amena la convivencia?

- Freire: pues claro. Mis malas experiencias me llevaron a tomar distancia, permitiéndome percatar de la realidad alejada de ella. Entonces uno comienza a disfrutar su punto de vista, que te hace más libre que el resto que esta inmerso en él. Pero hubo situaciones alegres, claro. Sino hubiese vivido tales experiencias, haría de mi obra un completo mentiroso digno de la hoguera.

- Hari: (me rió) me dice entonces ¿que la falta de contacto, de amorosidad, de comunicación, de fraternidad lo llevaron a hacerse más conciente de la realidad?

- Freire: cuando uno es niño no las ves tan complejas, a medida que el tiempo avanza va tomando peso ese tipo de vivencias. Pero hay muchas otras que le son opuestas.

- Hari: me ayudaría con un ejemplo.

- Freire: a eso iba. Recuerdo perfectamente un caso particular donde un maestro, de aquellos años, al regresar unas evaluaciones en señal de respeto, como si se tratara de un igual a igual, hizo un gesto de alabanza al entregarme un perfecto diez. Pero lo importante no fue el perfecto diez, que sin menospreciarlo solo es uno que se quedo en el tiempo, mientras que es el gesto el que me vale ahora, esa bella consideración de fraternidad con el maestro. El sentimiento de ese entonces, es eso exclusivamente lo que prevalece ¿Cómo podría sino promover la amorosidad en un aula, si yo mismo nunca la sentí? No habría manera. El problema ahora no es que no existan ese tipo de gestos en el común de la enseñanza, el problema es el hecho de que no se le considera fundamental. Créeme que aprendo y hago mas caso a un amigo que al profesor arrogante, e incluso por sobre mis padres. Pues los entiendo como iguales míos. ¿Qué mas optimo y bello entonces los lazos de fraternidad en el aula, donde el profesor no es una nube en el cielo, sino tu mano amiga, donde tus compañeros no son rocas en el camino sino hermanos que te quieren y te cuidan y confían en ti? Pues bien, no hay nada mejor que aquello, donde la unión es realmente libre y democrática, donde la criticase genera por el conjunto y párale conjunto, donde el puzzle no esta resuelto, ni siquiera ha sido hecho, sino que es diseñado por las manos de todos. Donde nuestra obra es realmente un arte perfecto, armónico, justo y de todos, pero por sobre todo esto, es real, palpable, discutible y mejorable.

- Hari: algo que se hace claro al entender su teoría de una enseñanza que se reconoce como inacabada y que esta siempre en búsqueda de una superación que sea en función de la sociedad.

- Freire: ¿Qué es la vida si no superación? Para mi son muertos en vida, zombies, los que ven en su futuro la monotonía, el gris espeso de la burocracia, del uniforme, del “tic-tac” del reloj, que aunque avance nada cambia. Del mismo blanco e inocente conejo que corre sin razón donde su reina, sin detenerse a disfrutar de la vida y que nisiquiera es capaz de ver la maldad que hay de enjuiciar a una niña por querer comer, culpar al inocente. Para esos, claro, no hay superación, no hay vida y se mueren tal cual nacieron, sin goce, desnudos y gritando mientras todos, inclusive el mismo, hacen oídos sordos.

- Hari: no se cansa de hacer poesía y metáforas, realmente me tiene encantado.

- Freire: me asalta una duda y es que realmente no se si es mejor hablar de este modo o decir las cosas directamente.

- Hari: al menos a mi me fascina su lenguaje metafórico. Pero creo que seria mas justo que digiera las cosas directamente

- Freire: pues bien. No es desconocida mi posición política, ni mi crítica hacia el neoliberalismo y su educación “bancaria”. En mis palabras, al hablar del gris uniforme y del reloj, de la falta de autocrítica, claramente me refiero a la ideología fatalista de que todo es tal cual es y nada se puede hacer para cambiarlo. Si bien, elegí al conejo porque todas esas personas que se sumergen en esos parámetros fatalistas, no son más que inocentes que se esconden bajo las faltas del poderoso, por miedo. Entonces, lo único que quedaría es someterse al yugo de la política neoliberal y mientras mas técnico y silencioso mejor. Bajo esas políticas solo unos pocos ricos se van haciendo más ricos y se sustentan en la explotación de los continentes y de las gentes pobres, sus políticas inescrupulosas lo permiten, pues aluden que el mercado esta por sobre toda actividad humana. De este modo solo se mantiene un status quo a nivel mundial, pues con sus artimañas globalizadoras solo se satisface el poder de los que mas tienen y el resto asume su condición, sea cual sea.

- Hari: ¿Cuáles son sus posturas ante esto?

- Freire: pues todo lo contrario. Yo promuevo un ideal educacional político donde se recalca la necesidad de cambios progresivos, de críticas estructuradas para entender mejor el presente, de que el futuro se forje con las manos del trabajador no del lucro en particular sino de la humanidad en conjunto, donde no nos falte la verdad, donde no se omita al otro en su libertad. Pero para esto es la educación, para generar este tipo de valores, sin contar los conocimientos que es lo único que permite saber, reconocer y ser en la sociedad, en la humanidad, porque somos animales de razón. Sin aquello se forman peones de una mano divina, de la naturaleza bruta y se es presa del humano codicioso y desvergonzado o del arrogante y despreciativo intelectual que manipula a priori el mundo. Esto no sucede si el hombre es libre realmente, ético como tiene que ser, critico como el alma se lo indica cuando esta ante una injusticia, que toma decisiones reflejándose a si mismo en el otro.

- Hari: pero usted nos habla de un tipo de política, a la cual critica, ¿Cómo enfrenta esto?

- Freire: con política, no hay otro modo, el hombre es por naturaleza político, y de la que yo hablo es de una que se sustente en los valores éticos mínimos, no impuestos por dios, pues las leyes son de los hombres y no escritas en secreto en la cima de un monte por un solo hombre, si no hechas por la humanidad en si misma, porque tiene las facultades para hacerlo. Solo la ética te puede llevar a ser justo con la sociedad en la que se vive y no en la que se sobrevive. ¿Qué dios podría culpar a un pueblo que le reza sin recibir respuestas y que por necesidad busca en sus manos y según su conocimiento la dicha? Pues así como el becerro de oro es la ley justa, desafortunadamente ignorante. Pero no se puede culpar al que se le ha mantenido relegado y que solo conoce lo que se estima que debería conocer por su condición social y no por su condición humana. Aun así su instinto animal (como animal de razón, político y social) busca una respuesta discutida con sus iguales, por un bien común, porque tiene fe en el hombre por sobre su estado actual de conocimiento. Pero no basta para el ambicioso elegido que se esconde para sí la verdad. Así mismo este condena al hombre a muerte, pues le son inferiores y viles humanos que osaron buscar la respuesta en sus manos. Por esto que la educación es revolucionaria, más que las armas, libera el conocimiento de los montes invisibles y se los entrega a todos, así las leyes son humanas y reales, son inteligentes y éticas, son bellas pues son las mejores, que no necesitan la sangre ni el sufrimiento o la exclusión de alguien para sostenerse. Así de compleja es la política y más aun la educación que propongo. Porque asume la labor de hacer posible estas condiciones de las que te hablo.

- Hari: me ha dejado sin palabras.

- Freire: vamos no exageres, solo hago mas amena y dinámica la conversación con este tipo de comparaciones. Seria aburrido para ambos si solo recitara la teoría sin más, gris, técnica, como lo que critico.

- Hari: fue inevitable pasar de su infancia a su labor académica. Seguramente su obra da mucho más para hablar. Ya habrá tiempo en el futuro para volver a revisarla. Pero de momento no tengo mas preguntas. Pero usted libremente puede expresar lo que estime conveniente.

- Freire: si bueno, una invitación a todos a considerar y reconsiderar su vida, nada es mejor que pensar la felicidad, nada mejor que compartirla. Pero primero, luchar por ella, que es tan frágil, tan hermosa y única. No dejen que su vida sea como los latidos de su corazón, monótonos, sino que vivan con su alma, que es la verdad puramente suya, llena de sentimientos. No callen sus palabras, no insulten con ellas discutan por amor al bien común. En fin, sean humanos, practiquen según razón, sean justos por tanto éticos, bellos. Dejen legado, que nunca nadie se arrepienta de su vida, porque seria un fracaso para todos. Dicho esto, me despido, espero hallan disfrutado tanto como yo.

- Hari: hasta la próxima Paulo, muchas gracias por tu compañía.

Dialogo creado y escrito por Hari Irarrazabal, a partir de testiminios reales de paulo freire en su libro "pedagogia de la autonomia".